Un análisis de las ventas de las jóvenes promesas del certamen local en las últimas temporadas.
Siempre el fútbol argentino ha sido exportador de figuras de talla mundial, desde Diego Maradona hasta Lionel Messi, como los exponentes más claros de una escuela de excelencia, pero en la mayoría de los casos el salto a uno de los grandes de Europa se daba antes de debutar en Primera o una vez consagrados en otro club del Viejo Continente, como cuando Ángel Di María se fue de Benfica a Real Madrid, por citar solo un caso.
Sin embargo, en el último tiempo, sobre todo tras la Copa del Mundo en Qatar, la venta de juveniles ha sufrido algunas modificaciones porque varias de las instituciones más importantes empezaron a detectar talentos del mercado local, que hasta entonces contaba con ventas que en su mayoría tenían como destino a equipos de segundo orden del Viejo Continente, México, Estados Unidos o incluso Brasil.
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Tottenham Hotspur, protagonista en la Premier League, compró en 2023 a Alejo Veliz de Rosario Central, quien hoy está a préstamo en Espanyol, recientemente Inter de Italia sumó a Tomás Palacios, central con pasado en Talleres e Independiente Rivadavia. Algo similar había hecho el otro grande de Milan que incorporó a Marco Pellegrino (hoy en Independiente) desde Platense.
La lista podría seguir estirándose, pero los nombres más rutilantes son los de Máximo Perrone y el Diablito Echeverri al City, Aaron Anselmino al Chelsea, Valentín Barco al Brighton, Alan Varela al Porto, Lucas Beltrán a Fiorentina y Benjamín Rollheiser al Benfica, por mencionar algunos.
Este tipo de transferencias, después de las conquistas de la Selección, fueron mucho más asiduas, aunque claro que no son los únicos casos porque previamente también habían ocurrido, aunque en menor medida. Julián Álvarez y Enzo Fernández fueron transferidos al City y al Benfica, respectivamente, a medidos de 2022. Si se ahonda más en el tiempo aparecen nombres como Exequiel Palacios, Lautaro Martínez, Rodrigo Bentancur, Leonardo Balerdi o Ever Banega.
¿Pero qué fue lo que se modificó ahora? La realidad es que cada vez son más los juveniles que con algunas temporadas buenas dan el salto a Europa, mientras que hasta hace unos años unas actuaciones de ese estilo lo depositaban en Estados Unidos. Thiago Almada, Facundo Farías, Tomás Avilés, “Pepo” De la Vega, Alan Velasco y Hernán López Muñoz son algunos de los jóvenes que fueron figuras en el país y, si bien podrían haber emigrado a Europa, terminaron en la MLS que ahora compite económicamente con los clubes más poderosos del mundo.
A su vez, hay que tener en cuenta que, a diferencia de lo que pasa con Brasil, que en las últimas temporadas vendió a varios juveniles a clubes de élite (Endrick a Real Madrid, Vitor Roque a Barcelona, Beraldo al PSG, Estevao Willian al Chelsea) y por sumas de dinero mucho mayores que la que perciben las instituciones argentinas, los clubes del país no cuentan con la misma “facilidad” para transferir a sus futbolistas más destacados a un club top. Por lo general, antes tienen un paso, a préstamo o como venta directa, por uno de menor exigencia.
Equi Fernández, volante central de Boca que la rompió en los Juegos Olímpicos, eligió la liga de Arabia Saudita antes de desembarcar en Europa, pero uno de los que se mostró más interesado en él fue Olympique de Marsella, que últimamente no ha sido un protagonista estelar en las competencias internacionales. Cristian Medina, la otra joya del Xeneize, recibió una oferta del Fenerbahce de Turquía, también de un segundo orden. Finalmente, la dirigencia encabezada por Juan Román Riquelme rechazó un ofrecimiento del Hoffenheim por Kevin Zenón. La excepción fue Anselmino.
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Así y todo, River, en especial, y Boca son los dos clubes que más jugadores logran llevar directamente a clubes con historia y que habitualmente son protagonistas en Europa, mientras que los demás elencos del país sufren aún más la diferencia. San Lorenzo vendió a uno de sus mejores jóvenes, Agustín Giay, a Palmeiras. Newell’s hizo lo mismo con Juan Sforza, que terminó en Vasco Da Gama. Gimnasia transfirió a Benjamín Domínguez al Bologna. Racing hace unos mercados vendió a Tomás Avilés al Inter de Lionel Messi. Lanús hizo lo propio con Alexandro Bernabéi al Celtic. Argentinos se desprendió de Fausto Vera, quien pasó a Corinthians, y Banfield de Giuliano Galoppo, que se marchó a San Pablo.
Rosario Central se salió de esa normalidad cuando vendió a Véliz y a Facundo Buonanotte, quien fue a Brighton, a la Premier League, pero fue una excepción y no la regla. A ellos se sumaron Gino Infantino, quien fue a Fiorentina, y Mateo Tanlongo, a Sporting Lisboa.
Está claro que vender futbolistas es uno de los pilares fundamentales que sostiene económicamente a los clubes del país, pero también es cierto que si se lo compara con Brasil, la liga competitiva más cercana, corre en desventaja en cuanto a los montos y la cantidad de juveniles que transfiere. Pese a que es el torneo de los campeones del mundo, los clubes europeos suelen buscar antes opciones en otros países o invertir menos dinero ya que saben que las condiciones que pueden imponer desde este lado son menores que en Brasil, por ejemplo. Un punto que habrá que reconsiderar en el futuro.