2024-08-20
A 40 años del olvidado debut de Maradona en Napoli: contra River, con gallinas y banderas de Boca

A 40 años del olvidado debut de Maradona en Napoli: contra River, con gallinas y banderas de Boca

El primer partido de Diego en Italia fue 0-0 contra el Millonario que tuvo varias particularidades, como un gol con la mano que fue anulado por el árbitro.

Un 19 de agosto, pero de 1984, Diego Maradona debutó con la camiseta del Napoli en un amistoso contra River -y no contra un River con jugadores de relleno, sino integrado por Norberto Alonso y Enzo Francescoli-. Pocos lo recuerdan, pero se trató de una presentación tan maradoniana que la hinchada del Napoli llevó banderas de Boca, un auxiliar del club les tiró gallinas a los jugadores de River y Diego convirtió un gol con la mano (que el árbitro advirtió y anuló).

Tal vez la deslucida imagen del Napoli, la soledad de Maradona en el equipo y el 0-0 final, tan a contramano de la gloria que vendría en los siete años siguientes, empujaron al olvido el primer paso de una historia extraordinaria.

Ocurrió hace exactamente 40 años y decir que el estadio se llenó queda corto: las 85.000 entradas ya estaban agotadas desde hacía una semana (y dejaron una recaudación de 700 mil dólares). La reconstrucción incluye la palabra de un testigo en el día a día del ídolo: “La bienvenida en Nápoles había sido el 5 de julio y después Diego se tomó vacaciones, voló a Buenos Aires -le dice Guillermo Blanco, entonces jefe de prensa de Maradona, a TyC Sports-. Cuando regresó a Italia, se sumó a la pretemporada del equipo en Castel del Piano, en el norte del país. El equipo jugó varios partidos en la zona, en Arezzo, Pistoya y Siena, y bajó hacia el sur. El 19 de agosto, un domingo, era la presentación en el San Paolo. El rival fue River porque Napoli le debía plata por el pase de Ramón Díaz en 1982″.

El amistoso le calzaba a la perfección al club argentino entre los dos torneos de verano que la dirigencia de Hugo Santilli había acordado jugar en España, primero en Valencia y después en Murcia. River venía en reconstrucción tras un penoso 1983 y en mayo había llegado a la final del Nacional 84, aunque la derrota ante Ferro le costó el puesto al entrenador Luis Cubilla. La crisis económica era tan grande que el plantel, entre junio y julio de 1984 -mientras ya había comenzado el Metropolitano-, debió jugar amistosos entre semana en Formosa (contra un club llamado José Manuel Estrada), Río Negro (Progresista de Allen), La Pampa (Atlético de Santa Rosa), Jujuy (Gimnasia) y Santiago del Estero (Mitre). Ya en Valencia, España, un River con técnico interino (Federico Vairo) y sin preparador físico perdió 2-1 contra el equipo local y 1-0 ante el Hamburgo, campeón europeo del año anterior. Y entonces viajó a la nueva casa de Maradona.

Fue el kilómetro 1 de la misa maradoniana en Nápoles. Las crónicas de los periodistas argentinos presentes en el San Paolo ayudan a contextualizar el vínculo que se estaba formando alrededor de una ciudad y un futbolista. Un clima pasional como nunca, coches disfrazados, el delirio de Nápoles en un hecho social y político para muchos, donde el sur rezagado se da el lujo de competir contra los grandes del norte”, escribió el periodista de Clarín, Juan de Biase, pluma célebre del periodismo gráfico. “Banderas, remeras, vinchas y cientos de souvernir se ofrecen con la imagen de Maradona. Pistoya está 500 kilómetros al norte de Nápoles y allá fueron 20.000 hinchas napolitanos para un amistoso contra Sampdoria”, publicó Natalio Gorin, de la revista El Gráfico, en una crónica en la que también transcribió títulos y textos de los diarios italianos.

Según Corriere della Sera, Maradona había sido el mejor extranjero (sólo estaban permitidos dos por equipo) de los amistosos del verano, por encima de los alemanes Karl-Heinz Rummenigge (Inter) y Hans-Peter Briegel (Hellas-Verona), y los brasileños Junior (Torino) y Sócrates (Fiorentina). El matutino napolitano, Il Mattino, publicó el día del partido ante River: “Napoli saluta il suo re”, de lógica traducción “Napoli saluda a su rey”. En sus páginas interiores, una frase profética: “Maradona une a Nápoles y divide al resto de Italia”. El fútbol italiano era, según sintetizó El Gráfico de esa semana, “el campeonato más lujoso del mundo por dinero, estrellas y repercusión”.

El partido se jugó de noche, no sin antes un momento de tensión entre los dirigentes de los dos clubes. River amenazó con quedarse en el hotel porque los napolitanos no querían sacar de la recaudación el efectivo para pagar los 70 mil dólares acordados y ofrecieron un cheque para el día siguiente. Según recuerda Blanco, esa misma tarde llegó el padre de Diego a Nápoles: “Antes del partido fui al aeropuerto a buscar a Chitoro. Todavía no había estado en Nápoles y no podía creer lo que estaba pasando, cómo querían al hijo. Diego irrumpió como el Vesubio”, dice el entonces jefe de prensa de Maradona, en referencia al volcán a los pies de la ciudad. En esa locura, según escribió Gorin en primera persona -y proféticamente- en El Gráfico, “estaba viendo cómo se escribía la página inicial de una historia que acaso sea fantástica: están dadas las condiciones para que así ocurra. Hubo fuegos artificiales, la gente cantaba ‘Diego, Diego’, los colores del Napoli, una bandera de Boca en los comando ultra, una gallina que cae cuando aparece River, parece insólito pero todo está en función de él”.

Stop. Una bandera azul amarilla y las gallinas contra River en Europa. Ahora puede resultar curioso pero, hasta entonces, aquel Maradona de 23 años no solía declarase hincha de Boca (así como políticamente todavía no tomaba posición pública). Tal vez la única imagen recordada de aquel 0-0, y sólo por los fanáticos maradonianos o de River, sería la tapa de El Gráfico de la semana siguiente, en la que Maradona y Alonso se saludan antes del partido en el San Paolo. Un año y medio después, en diciembre de 1986 (o sea ya con Argentina y River vigentes campeones del mundo), los dos ídolos volverían a juntarse para una entrevista, también para El Gráfico, pero ya en Buenos Aires. En un momento de la charla, Diego dijo “yo soy bostero” y el ídolo de River se sorprendió, lo que deja en claro que el Maradona de Boca todavía no era tan conocido:

¿De chico no eras de Independiente?-, le preguntaría Alonso en 1986.

No, y te lo aclaro para siempre -respondió Diego-. Yo era de Independiente en la Copa (Libertadores), me volvía loco, me llevaba mi cuñado, pero siempre fui de Boca. Boca es un sentimiento. Tengo metido en la cabeza que voy volver. En Boca jugué como hincha.

Aquel 19 de agosto de 1984, los jugadores de River y Napoli entraron juntos al campo de juego desde el túnel que está detrás de un arco del San Paolo y, ya en el círculo central, posaron en una misma hilera, como si fueran a escuchar los himnos. En ese momento, mientras todos los fotógrafos rodeaban a Maradona, un auxiliar del Napoli tiró tres gallinas delante de los rivales. Pocos lo vieron, pero ocurrió: las aves, víctimas del maltrato, se movían con torpeza, parecían zombis. El lateral derecho, Jorge Gordillo, y uno de los delanteros de River, Daniel Teglia, intentaron levantarlas. El otro jugador más próximo era Guillermo Nicosia, defensor central de 20 años, el más joven de los argentinos.

“Yo tenía la 6, eran unas camisetas hermosas que usamos en esa gira, con el número por delante y un cuello grande, así que aparezco en primer plano en una foto que circula por ahí -recuerda Nicosia ante TyC Sports-. Recién habíamos entrado a la cancha cuando un tipo tiró un par de gallinas delante nuestro, justo enfrente mío. El Negro Enrique hizo un chiste y les dijo a las gallinas que se fueran, que estaban expulsadas. En Argentina era algo que cada tanto se hacía pero en Italia no lo esperábamos. Nunca supimos cómo surgió. Capaz que fue por Maradona, andá a saber. Habrá dicho que a River le decían gallinas y los tanos fueron y tiraron. Al otro día, en la pileta del hotel Royal, vinieron Diego y Bertoni y pasamos un día genial, pero nunca preguntamos”.

Que los hinchas o dirigentes rivales le lanzaran gallinas a River (como cerdos a Boca) era una postal de época. Tres meses atrás, en mayo, en el arranque del torneo Metropolitano, Chacarita había recibido a River en la cancha de Ferro y la hinchada del Funebrero también había lanzado un ave delante de la formación de River ante los fotógrafos. Nery Pumpido la mató de una patada en una acción que ahora merecería el repudio (y tal vez la expulsión), pero que entonces pasó inadvertida. El ritual que intentaba burlarse de River (que todavía no había ganado la Copa Libertadores) había comenzado en 1966, cuando un hincha de Banfield, al regreso de una final perdida por el equipo de Núñez contra Peñarol, lanzó un ave pintado de rojo.

El incidente de la gallina se advierte en un video, de un minuto y medio de duración, que fue colgado por coleccionistas italianos en YouTube, aunque allí no aparece la otra imagen (y tampoco ningún medio gráfico publicó la foto) que se habría asegurado una larga repercusión en el tiempo: cuando Maradona intentó (y consiguió, pero fue anulado), un gol con la mano, una especie de prólogo de lo que conseguiría dos años después, ante Inglaterra en el Mundial de México. En realidad, Diego ya tenía un par de goles con la mano jugando para Argentinos y en el Boca 3-River 0 de 1981, famoso por el gol en el que desparramó a Ubaldo Fillol, también había ensayado otro puñetazo a la red -durante el 0 a 0 parcial- que el árbitro advirtió.

El detalle aparece en la crónica de El Gráfico: “Gol de Maradona a los 30 minutos, pero anulado por manotazo evidente”. Blanco recuerda la jugada con precisión: “El otro extranjero del Napoli era Bertoni (campeón del mundo con Argentina en 1978, recién llegado de Fiorentina, gloria de Independiente), y Daniel, que era diestro, se encargaba de los remates desde la izquierda. Hubo un tiro libre, pateó Bertoni, pegó en el travesaño, entró Diego a la carrera e hizo el gol con la mano, pero fue muy claro”. Según sí puede verse en YouTube, el árbitro del partido, el italiano Pietro D’Elía, también anuló otro gol del Napoli por falta sobre Carlos Gay, el arquero de River (Pumpido, el habitual titular, estaba en una gira de la selección de Carlos Bilardo por Colombia, Suiza, Bélgica y Alemania Occidental).

Los títulos de Clarín del día siguiente reflejaron una leve superioridad del equipo argentino y cierta decepción entre los hinchas italianos: “River empañó el debut de Maradona” y “River les achicó la fiesta”. Según escribió De Biase, “el partido obligó al público a retirarse mansamente, sin euforia. Se notó la diferencia entre Diego y el resto. Maradona más o menos cumplió. Más o menos porque no es fácil jugar cuando se intenta tocar y no hay respuesta”. El Gráfico sentenció: “En este momento, el Napoli no está a la altura de su gran estrella. Tiene varios jugadores muy rústicos, muy a la italiana, hablando de un segundo nivel”.

Si en ese River jugarían dos futuros campeones del mundo con Argentina en el Mundial 1986, Julio Olarticoechea y Héctor Enrique (la formación fue Carlos Gay; Gordillo, Jorge Borelli, Nicosia, Olarticoechea; Enrique, Rubén Gallego, Alonso, Roque Alfaro; Francescoli y Teglia), en el Napoli asombra comprobar que, de la noche del debut de Diego, solo Giuseppe Bruscolotti y Moreno Ferrario serían titulares en el equipo que ganaría la liga italiana tres años después, en 1987. El Napoli formó aquella noche con Luciano Castellini; Constanzo Celestini, Bruscolotti, Raimondo Marino, Simone Boldini; Pasquale Casale, Ferarrio, Maradona; Bertoni, Domenico Penzo y Paolo Dal Fiume. El técnico era Rino Marchesi, que sería destituido a fin de la temporada.

Fernando Signorini, el preparador físico de Maradona, no tiene recuerdos del partido, pero sí de lo que ocurrió esa noche. “Estaba César Menotti en Nápoles, no sé por qué motivo (había sido el técnico de Maradona en su anterior equipo, el Barcelona) y a la noche cenamos en el hotel Royal. Me acuerdo que me dijo ‘escuchame, ¿cuánto pagaron los compañeros de Diego para jugar este partido? Porque me imagino que pagan para jugar’. Era un equipo en formación”, le dice Signorini a TyC Sports. Blanco agrega: “El Napoli tenía a Diego y Bertoni, pero todavía era un equipo de bajo nivel, de pelear el descenso, y por eso estarían dos años más armando el plantel hasta que el título llegó en la tercera temporada. Ese partido con River le sirvió a Diego para encontrarse afectivamente con el Napoli real. Ahí empezó el amor: ya se empezaban a vender camisetas con la cara de Diego, lógicamente truchas, y él dijo que estaba bien, que toda la ciudad tenía que ganar”.

Después del intercambio de camisetas (Maradona con Gallego, Nicosia con Penzo) y de las declaraciones en el vestuario (“Para mí fue difícil marcarlo porque es mi amigo, cómo le iba a pegar si lo quiero mucho”, dijo Gallego), Maradona se sumó a la noche a una cena de argentinos en el hotel Royal. De Biase lo entrevistó en una charla que, 40 años después, sigue siendo interesante:

  • Sentí que las 80 mil personas eran parientes míos, esto es muy diferente a lo que viví en Barcelona. Ahí me querían, pero lo que me está pasando en Nápoles es como un sueño.
  • El Napoli se entrenó todo este tiempo para defenderse, y eso nos pasó contra River. Ellos jugaron un gran partido y nos sacaron la pelota. Nosotros salimos como los indios, de a uno, y nos comimos las paredes de Enrique, Alonso y Francescoli.
  • No sé si el fútbol italiano es así o sólo el Napoli, pero tendremos que cambiar. Se meten muy atrás (por sus compañeros) y no estoy acostumbrado. Atacamos Bertoni, Penzo y yo, nadie más nos acompañó. Quizás el DT esté tranquilo, pero yo salí de la cancha muy caliente porque los dejamos jugar. Quizás en dos meses me dé cuenta que tenía razón, pero ahora no.
  • ¿Si tengo que gritar más? Lo que pasa es que mi italiano todavía no es muy bueno. Les quería decir que, a pesar de que Gallego me marcaba, igual me pasaran la pelota al vacío, pero no me salía.
  • Me siento bien. Venir a Nápoles fue un volver a vivir. La gente aquí te da cariño, lucha y se parece mucho a la argentina. ¿Si estoy para responder a la expectativa creada? Sí, porque creo en Maradona, más que nunca. Antes tenía un montón de dudas. Ahora estoy lo suficientemente maduro.

River volvería a España para cerrar su gira europea con otros dos empates, ante Murcia y Peñarol. Aunque los dirigentes aprovecharon el viaje para contactar a Menotti, todavía residente en Barcelona, en septiembre contratarían a Héctor Veira, el técnico que conseguiría la Libertadores y la Intercontinental en 1986. Para Maradona, claro, también se venían años gloriosos, y no sólo por México 86. Si el Napoli en 1983-1984, sin Diego, se había salvado del descenso por un punto, con su llegada empezó una mejoría progresiva: octavo puesto (mitad de tabla, sobre 16 participantes) en 1984-85, tercero en 1985-86 y campeón en 1986-87. Pero todo comenzó en ese 0-0 olvidado contra River, casi un superclásico en el San Paolo.

*Este artículo fue publicado originalmente el 19 de agosto de 2021.

Si te gustan las entrevistas en profundidad, historias y efemérides, seguí los contenidos de Al Ángulo a través de TyC Sports. También podés registrarte gratis e indicar tus preferencias para recibir notificaciones en tu browser o bajate nuestra APP (disponible en Android & iOS).

Atrás
Classificação da casa de apostas
Los datos de valoración de las casas de apuestas proceden de fuentes abiertas basadas en opiniones de usuarios reales en Internet