2024-08-15
Fue adicto, tuvo depresión y Cruzeiro lo salvo: la historia de Matheus Pereira, figura del rival de Boca

Fue adicto, tuvo depresión y Cruzeiro lo salvo: la historia de Matheus Pereira, figura del rival de Boca

El volante creativo del conjunto de Belo Horizonte, que esta noche visita al Xeneize por la ida de octavos de la Sudamericana, tuvo un camino difícil hasta este presente en el que brilla y quiere cambiarle la vida a quienes padecen situaciones similares.

Cuando Cruzeiro salga esta noche al campo de juego de La Bombonera para enfrentar a Boca por la ida de los octavos de final de la Copa Sudamericana, con la diez en la espalda en el equipo dirigido por Fernando Seabra estará Matheus Pereira, una de las grandes figuras de los de Belo Horizonte quien vive el mejor momento de su carrera después de haber dejado atrás un problema de adicción al alcohol y las drogas que lo empujó a una depresión.

Mediapunta de 28 años, llegó hace un año al conjunto brasileño a préstamo y por su buen rendimiento -10 goles en 53 partidos y 13 asistencias- le compraron el pase. Desde entonces ha logrado relanzar su carrera y dejó definitivamente atrás problemas con el alcohol y las drogas que lo complicaron en su salud mental a tal punto de que muchas veces pensó en suicidarse.

Nacido en Belo Horizonte, de chico se mudó con su familia a Governador Valadares, un municipio de Minas Gerais pero la vida no fue fácil junto a sus padres y sus cinco hermanos. Pereira se crio en un ambiente en el que las drogas eran cosa común y tenía tíos involucrados en el narcotráfico. Él pasaba los días jugando a la pelota en el barrio, pero las cosas se complicaron cuando su padre migró a Portugal buscando oportunidades laborales y al tiempo fue seguido por su madre.

Él se quedó al cuidado de su abuela, que era sordomuda, y comenzó a pasar cada vez más tiempo en la calle. Enterados del porvenir de los hijos, su madre regresó para llevarlos a Portugal, país al que entraron ilegalmente. A los 13 el fútbol apareció como un camino palpable al sumarse a las inferiores del Sporting Lisboa, pero estuvo dos años entrenándose ya que no podía jugar por no tener los papeles de residencia.

A los 15 años finalmente pudo firmar su primer contrato. Ya en primera, los problemas comenzaron cuando sus padres se separaron y empezó a vivir solo. En una carta en The Players Tribune el jugador contó que insatisfecho con sí mismo y sin nadie cerca, comenzó a involucrarse en el consumo de drogas. Mientras tanto, con el conjunto luso, en el que había emergido como una promesa, disputó 27 partidos entre 2015 y 2017. Pero los problemas de disciplina cansaron a la directiva del Sporting que lo liberó a préstamo.

Matheus Pereira durante un partido ante CD Nacional con la camiseta del Sporting. (Gualter Fatia/Getty Images)

Comenzó un derrotero en clubes como Chaves, de la primera división de aquel país, Nuremberg de la Bundesliga alemana y luego West Bromwich de la segunda de Inglaterra. Siempre que volvió, Sporting lo prestaba nuevamente. Casado con su pareja, recién en el fútbol inglés se estableció y allí también se acercó a la Iglesia. Como disputó la cantidad de partidos establecidos y el equipo ascendió, le compraron el pase.

Pero a mediados de 2021, en la salida de la post pandemia de coronavirus, Pereira se vio seducido por los petrodólares y aceptó una oferta para jugar en el Al Hilal de Arabia Saudita y a principios de 2023 pasaría otros seis meses en el Al-Whada de Emiratos Árabes Unidos. Su tiempo en Medio Oriente fue demoledor.

La etapa de Pereira en Medio Oriente fue la más dura. (Matthew Ashton – AMA/Getty Images)

Allí apareció el alcohol como salida a una tristeza que no podía reparar ni siquiera los viajes cada vez más continuos a Portugal para estar con los suyos. En el medio había cortado relación con sus padres. La depresión ya estaba haciendo estragos y la llegada a Abu Dhabi en vez de solucionar el tema, lo empeoró. Contó que llegó a tomar tres botellas de vino al día y a entrenarse ebrio.

Un día abrí la ventana de nuestro departamento con una vista espectacular (en el piso 19) y la única razón por la que no salté fue porque mi esposa era más rápida. Ella me agarró y pasamos mucho tiempo llorando abrazadas allí en el piso”, relató en The Players Tribune. No fue el único intento: otro día tomó su auto para conducir hasta un puente, pero no llegó porque no le arrancó y lo encontró su esposa.

En paralelo comenzó terapia, cuatro sesiones a la semana. Al finalizar su contrato en Emiratos, regresó a Portugal. El fútbol otra vez fue el salvataje: vio un amistoso del seleccionado de Brasil con Senegal que lo volvió a entusiasmar con enfocarse en llegar alguna vez a la Canarinha. Cruzeiro apareció en su camino y no dudó. En Belo Horizonte recuperó la felicidad.

Ahora, además de brillar con la camiseta 10, quiere cambiarle la vida a quienes atraviesen situaciones similares. “Estoy muy feliz de marcar un gol, una asistencia, ganar partidos, pero no hay nada mejor que impactar una vida. No hay nada mejor que salvar una vida de las drogas y la bebida”, le dijo al diario O Globo. Su partido más importante hoy está fuera del campo de juego.

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