Independiente, el miedo a caer y otra actuación mediocre

En su visita a Huracán, el Rojo de Vaccari jugó mal y perdió el invicto después de 13 partidos. El equipo da la sensación de conformarse con poco.

Existen varias justificaciones para sobrellevar la derrota 1 a 0 de Independiente en su visita a Parque Patricios. Los más optimistas hablarán de los 13 partidos invicto que llevaba el equipo, que la derrota llegó ante Huracán, uno de los líderes del campeonato y que tampoco fue ampliamente superado. Pero sinceramente golpea ver la asiduidad con la que el Rojo sale a buscar el 0-0, otro de los tantos que recolectó en el certamen (ocho en 22) y esta vez no pudo ni sostener eso. 

Independiente tenía la oportunidad en Parque Patricios de demostrar que tiene con qué aspirar a algo más que objetivos medianos. No le dio, no estuvo a la altura de la noche y se volvió sin nada. No se baja de la pelea por entrar a la Sudamericana. Es más: esta fecha terminará en puestos de clasificación más allá de cualquier resultado. Pero es muy frustrante ver que no alcanza más que para eso.

Este Independiente tiene un objetivo bastante bajo, cercano, como apuntar a ser el décimo equipo del año. Suena poquísimo para lo que se espera del alambrado para afuera. Pero analizando algunas de las propuestas futbolísticas que se han visto de este equipo en el torneo, es bastante notorio que hay más miedo de no volver a caer al piso que ansias de alcanzar el techo.

Hablando con toda franqueza, en ciertos momentos se me plantea un interrogante: ¿Independiente busca crecer de a poco o se está acostumbrando a esta medianía? Porque alguno podrá decir que se quiere volver a una copa luego de dos años de ausencia, pero no siento que el Rojo esté llegando a esto con todo el esfuerzo. Partidos como el del sábado dejan la sensación de que muchas veces va con la idea de irse con poquito contra rivales que no parecen tener mucho más o que la presión y el contexto puede emparejarlos, pero al equipo no parece importarle. Total, ya tiene su plan de tratar de empatar de visitante y ganar de local.

Cuando ciertas individualidades comienzan a aparecer y el equipo demuestra que puede más, detrás de eso llega una actuación decepcionante que nos vuelve a llevar a esa sensación de casi que agradecer que por ahora le alcanza con estar en el décimo puesto de la tabla anual. La noche en el Tomás Ducó fue otro de esos partidos en los que no se puede rescatar ningún nombre, ni un pasaje de los 90 minutos en el que el Rojo al menos haya empujado o incomodado a su rival. Podía perderlo y lo hizo. Así de simple.

Realmente sería placentero poder, desde estas líneas, arengar a un equipo que a pesar de todos los problemas institucionales y la nula conducción dirigencial, trata de ir por todo. Pero sería fingido, porque pocas veces da esa sensación. En lo que va del campeonato ya tuvimos casi las mismas demostraciones de carácter que la falta del mismo para pisar fuerte de una buena vez. 

Por el bien del club, este equipo tiene la meta de volvernos a poner en el plano internacional. Para sumar ingresos, potenciar a algunos jugadores y ojalá para competir. Pero para hacerlo realmente de una buena vez y salir de esta peligrosa conformidad de sólo alejarse del piso.

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