2024-10-29
BRICS y la ofensiva diplomática rusa

BRICS y la ofensiva diplomática rusa

Esta semana, entre el 22 y el 24 de octubre se desarrolló la XVI cumbre de los BRICS, esta asociación de estados que reunió inicialmente a Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica y que ahora suma a trece países. La cumbre tuvo lugar en la ciudad de Kazán, en Rusia, y retoma con la dinámica de estos encuentros anuales interrumpidos desde 2022 con la invasión rusa a Ucrania.

Esta cumbre fue inédita por su magnitud, con unos 30 jefes de Estado o de gobierno, además de los nueves países miembros de la organización. Es también inédita porque buena parte de los asistentes condenó previamente la invasión rusa y se sumaron a la convocatoria no obstante aquello.

Desde su nacimiento, los BRICS reúnen países con regímenes muy diferentes: autocracias asumidas como Rusia y China, pero también democracias, como la India o Brasil. Esa heterogeneidad se acentuó aún más el año pasado con el ingreso de países como Irán y Arabia Saudita.

El único punto común de los miembros de los BRICS es su resentimiento con el orden mundial establecido por Occidente bajo el liderazgo de Estados Unidos y su voluntad de reemplazarlo. Pero, aun sobre ese tema, las posiciones, así como las agendas, son muy diferentes, por lo que no han logrado articular una propuesta alternativa, aunque sí varios de ellos han sido funcionales a la erosión y debilitamiento del actual sistema internacional y del derrotero hacia un nuevo esquema.

Siendo el BRICS una agrupación tan disímil, ha sido una constante que de sus cumbres no emana nada sustantivo más allá del reclamo de la necesidad de construir un nuevo orden. En esta ocasión no hubo cambios e incluso los participantes lanzaron llamados generales a la paz y la estabilidad, aludiendo a Ucrania y a Medio Oriente, sin afirmar en forma explícita su acuerdo con las posiciones rusas.

Por eso y si se trataba de obtener un espaldarazo explícito en la guerra con Ucrania, Rusia no lo consiguió, aunque ya fue un éxito diplomático contar con todos esos jefes de gobierno y estado respondiendo positivamente a la convocatoria rusa. Solo desde esa perspectiva, fue una gran operación de propaganda del presidente Putin, autoproclamándose líder del Sur Global junto a su alter ego chino Xi Jinping.

Incluso asistió el secretario general de Naciones Unidas, lo que fue muy criticado por Ucrania y otros países, considerando que avalaba la invasión y la posición rusa. Aunque hay argumentos válidos en esa línea, el secretario general dio a entender que no podía restarse de un encuentro de esa naturaleza, precisamente con aquellos que critican el sistema internacional imperante, con el objeto de generar un diálogo y eventualmente acercar posiciones.

Como lo mencioné, en este caso lo más relevante del encuentro fue la demostración de que Rusia no está aislada y de que es capaz de convocar a una cantidad importante de países incluyendo a potencias como China, India y Brasil, aunque en este caso no asistió el presidente Lula por un accidente doméstico, lo que en realidad podría explicarse porque Brasil será sede ahora en noviembre de la cumbre del G20 y era prudente no arriesgar la concurrencia a su país ni complicar la agenda de dicho encuentro.

A Kazán concurrió Maduro con el afán de integrarse como miembro pleno, lo que, de haber estado Lula, habría generado una compleja situación, tanto regional como globalmente. Por lo tanto, la ausencia de Lula en Kazán permitió a Brasil no abordar el tema directamente. Igual en definitiva no se sumaron nuevas membresías, aunque Turquía quedó en línea para sumarse.

La oportunidad de la cumbre BRICS tampoco es casual. Ocurre pocos días antes de las elecciones en Estado Unidos y en un momento de alta incertidumbre para Ucrania por lo mismo. Putin ha movilizado a toda su diplomacia para demostrar que está más fuerte y vigente que nunca y que, por lo mismo, Ucrania y sus aliados no tienen nada que hacer, salvo suscribir la paz y aceptar la merma de parte importante de su territorio.

La cumbre fue precedida de visitas por el propio Putin a Corea del Norte e Irán, ambos aliados estratégicos en la guerra contra Ucrania. En el primer caso, Putin y Kim firmaron un acuerdo que contempla una asistencia mutua en caso de agresión contra una de las partes. Bajo ese acuerdo o como causa de este, Corea del Norte ha estado proveyendo de municiones a Rusia y recientemente ha emergido que también ha comprometido un contingente de varios miles de hombre para luchar junto a los rusos. No se sabe que está dando Rusia a cambio, pero posiblemente sea apoyo para el programa nuclear norcoreano, además de la defensa comprometida.

En el caso de Irán, Putin visitó Teherán en medio de la escalada de este país con Israel, dando una señal inequívoca de apoyo a su aliado y de su involucramiento estratégico en el Medio Oriente. Irán ha proporcionado miles de drones a Rusia los cuales han infligido graves daños a Ucrania en la guerra.
Mientras la guerra sigue cobrando un alto precio en vidas humanas, especialmente para Rusia, el gobierno de este país está desplegando una intensa agenda diplomática y comunicacional (incluyendo a las redes sociales) para mostrar que sigue siendo una gran potencia contra la cual la resistencia ucraniana es fútil y que por lo mismo todos quienes apoyan a Ucrania debieran dejar de hacerlo.

Pareciera que esta estrategia, sumada a los avances rusos en buena parte del frente en Ucrania, están debilitando el apoyo de los aliados de este país, afectando principalmente a sus sociedades la cuales presionan a sus gobiernos para dejar de intervenir.

Pero lo que ocurra en materia de apoyo a Ucrania dependerá principalmente del resultado de la elección en Estado Unidos y tanto Putin como Zelenski estarán esperando nerviosamente quien emergerá como nuevo presidente norteamericano.

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