2025-02-22
La mejor de la historia

La mejor de la historia

En agosto de 2023, cuando había transcurrido casi un año y medio del actual gobierno, el ministro Mario Marcel calificó a la directora de Presupuestos, Javiera Martínez, como la mejor de la historia.

No sabemos si esa declaración, dicho título, fue producto de una estrategia comunicacional, si fue una mera improvisación, un intento -evidentemente fallido- de ironizar o, incluso, bromear, o si el jefe de las finanzas públicas, con una larga trayectoria de economista, en distintos roles, realmente piensa eso de su subordinada.

Lo cierto es que a 18 meses de aquella afirmación, para todos, o, al menos para la gran mayoría de las personas relativamente bien informadas y que intentan mirar las cosas con algún grado de seriedad y honestidad intelectual, llega a ser insultante o, tratando de ser optimista, para la risa. 

Es más, las palabras de Marcel no cumplieron ni de cerca uno de los objetivos que seguramente ideó el ministro: proteger a Martínez. Fue todo lo contrario. Se transformaron en un salvavidas de plomo. La pusieron en un lugar estelar de la vitrina, el más resplandeciente, el predilecto de las críticas.

Cuestionamientos, y acá no puede haber espacio para opiniones disidentes, son más que merecidos.

Porque, lamentablemente, para todos los chilenos, para todos los contribuyentes, para todos los ciudadanos, para el futuro de económico de nuestro país, la lista de errores de Martínez es muy larga.

Pese a múltiples advertencias, luces amarillas o banderas rojas, se sobreestimó la recaudación, se calcularon mal los gastos, se proyectó peor la deuda, etc, etc, etc.

El desorden es tal que gracias a un reportaje de The Clinic, esta semana nos enteramos que para tapar algunos de los hoyos que provocaron estos errores de cálculo, Corfo tuvo que traspasar casi US$ 3.500 millones al Tesoro Público y así financiar iniciativas o proyectos suponemos que importantes) que no tenían los recursos. Claro, no había caja, no había presupuesto, así que para financiar gasto ordinario, recurrente, se echó mano a ingresos extraordinarios. Garrafal.

Así, sin una crisis de por medio, sin una pandemia, sin un estallido social y delictual, sin un terremoto, hubo que salir a hacer una bicicleta financiera, aunque este vez es una bicicleta con la rueda pinchada, porque no hay ninguna claridad de que esos miles de millones de dólares vayan a volver al patrimonio de Corfo.

Mientras, la Contraloría abre una investigación, el Congreso convoca una comisión para los mismos fines y, en paralelo, el Consejo Fiscal Autónomo califica de “preocupante” el desvío de la meta de Balance Estructural e insta a presentar medidas a la “brevedad” para ajustar el gasto, Martínez sigue ahí y Marcel y el ministro Nicolás Grau hacen lo imposible por bajarle el perfil a las chambonadas. 

Incomprensible. Porque en cualquier empresa privada, chica, mediana, grande o muy grande, alguien con esa extensa lista de desaciertos, hace rato que habría salido de su cargo.

Claro, porque la pregunta cae de cajón: ¿cómo la mejor de la historia puede equivocarse tanto? El que es el mejor (o la mejor) no puede sumar (y por largo) más errores que aciertos. No calza por ningún lado.

El problema para todos nosotros, los 20 millones de chilenos y chilenas, es que sus yerros no son anecdóticos, no son cualquier cosa. Nos pegan a todos, nos afectan a todos, y más profundamente a quienes más requieren de un gobierno eficiente y eficaz: lo más pobres.

Esos errores hipotecan las opciones de más y mejor desarrollo, más y mejor educación, más y mejor salud, más y mejor seguridad. Y eso es muy grave.

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