Este año tenemos a la IA mucho más cerca, se percibe como un plus y todos quieren aplicarla en su quehacer. Está en las aplicaciones que usamos en nuestra vida cotidiana, en nuestro WhatsApp con Meta IA, “facilitando” nuestra búsqueda de contacto mientras lee nuestros registros y contenidos; está en los navegadores web como Opera con Aria AI, Chrome con Gemini, Microsoft Edge con Copilot y en muchas funciones IA de Firefox, Brave, Vivaldi, Safari y otros.
La IA también está presente en cientos de aplicaciones populares como Instagram, Tik Tok, YouTube, Netflix, Uber Eats, Canva, Zoom, Microsoft Teams, Temu y Shein. Es la esencia y la mente detrás de sistemas conversacionales como ChatGPT. Pero, ¿qué hacen exactamente estas IA dentro de estas aplicaciones?
Realizan tareas como el reconocimiento facial, detección de voz y ruido; analizan tu comportamiento y hábitos para recomendarte contenidos personalizados; y ofrece o activa automáticamente servicios como chatbots de atención al cliente, avatares y fondos virtuales. También permiten aplicar efectos interactivos y de realidad aumentada (RA), traducciones y/o transcribir contenido de forma automática, y crear imágenes, videos, audios. Por ejemplo, en plataformas como Zoom, la IA realiza análisis de atención para identificar los niveles de participación de los usuarios, mientras que en redes sociales analiza y evalúa el engagement para optimizar las recomendaciones y determinar el éxito de los contenidos.
Además, la IA y sus funciones son capaces de personalizar tus compras al recomendar productos y servicios basados en tu historial de búsqueda y revisión de compras anteriores. Optimizan precios al ofrecer promociones en tiempo real y, si tienes un emprendimiento, la gestión de inventario puede favorecer bastante tu negocio al predecir la demanda de productos para administrar el stock de manera eficiente. También, reconocen tendencias al identificar productos y servicios populares, y moderan contenidos restringiendo el acceso a recursos que infringen normas preestablecidas. Estas capacidades van mucho más allá de lo que creemos, transformando profundamente nuestra relación con las aplicaciones e impactando en nuestro comportamiento.
Hemos visto cómo estas tecnologías acceden a la intimidad de nuestro hogar y pensamientos, induciendo nuestras decisiones con mucha sutileza. Los algoritmos personalizados no solo afectan nuestras decisiones de compra, sino que también impactan nuestra percepción de la realidad. A través de nuestros dispositivos móviles, absorbemos contenido que muchas veces controla dos sentidos básicos: la visión y el tacto, sentidos esenciales de la experiencia humana.
Al usar nuestros dispositivos móviles antes de dormir, al despertarse o mientras nos desplazamos por la ciudad, recibimos información y estímulos conductistas, diseñados para captar nuestra atención que en el corto plazo pueden influir en nuestras decisiones. Muchas veces, esta información incluye noticias falsas que rara vez verificamos por falta de tiempo o interés. En este contexto, las fake news han alcanzado niveles de realismo sin precedentes gracias a imágenes y videos generados con IA, incrementando su impacto a nivel global.
Este próximo año nuevo 2025, la inteligencia artificial continuará expandiéndose y desafiando nuestra capacidad y velocidad para regularla. Será el año donde los agentes de IA impulsarán nuevos desarrollos tecnológicos de manera acelerada. Si bien los expertos consideran poco probable alcanzar la inteligencia artificial general (IAG) en los próximos doce meses, habrá avances significativos.
Veremos con asombro cómo estos sistemas desarrollan capacidades similares a las capacidades cognitivas humanas. El impacto en nuestra sociedad será profundo, planteando mayores desafíos técnicos, éticos y filosóficos.