2025-02-11
¿Quo vadis Trump?

¿Quo vadis Trump?

Y dónde nos llevarás… El magnate irrumpe en el bazar del mundo botando la puerta, listo para destrozar todo su contenido si alguien se atreve a contradecirlo o poner alguna objeción a sus planes. América (EE.UU.) primero, segundo, tercero y hasta penúltimo; el resto es estiércol que, sin la existencia, buena voluntad y ayuda que recibe del país de Trump se irá al infierno. Su política consiste en comenzar vociferando las peores amenazas comerciales, militares y políticas a todos los países ya sean amigos, neutrales o enemigos. Amenazas graves con consecuencias serias, subrayadas por el omnipotente dominio de Estados Unidos en el mundo ante el cual no existen fronteras, tratados o voluntades que su país tiene que respetar o reconocer.

Trump ocupará Canadá, Panamá, Groenlandia y Gaza, – para empezar – y cerrará las fronteras estadounidenses a las importaciones mediante altos aranceles y logrará una autosuficiencia industrial, agraria y tecnológica que no necesita del resto del mundo, ese resto que sí necesitará a EE.UU. y, en consecuencia, cumplirá con todos deseos del gran país. Amenazas de matón con el peor escenario para el resto del mundo. ¿Para qué? Para ir cediendo poco a poco en cada sentido hasta lograr tantas concesiones a favor de EE.UU., como sea posible. Como dice John Cooper: “Trump is so predictable: Step 1 — Create artificial crisis. Step 2 — Make phone call. Step 3 — Announce end of crisis. Step 4 — Declare victory.”

Y parece que ya logró algunas victorias tanto en Panamá como con sus vecinos inmediatos que, a pesar de protestar enérgicamente, metieron sus rabos entre las piernas al escuchar su primer alarido, aunque seguramente están buscando alternativas y/o anunciando represalias. La poderosa China simplemente le devolvió golpe por golpe agudizando la guerra económica.

Panamá sería un bocado fácil para EE.UU.: finalmente el país nació con su ayuda, se liberó de Noriega con su ayuda y hoy es receptor de su mayor ayuda económica. Nadie defendería al país centroamericano de una intervención estadounidense. El chantaje surtió efectos inmediatos: la no-renovación del convenio con China y la gratuidad otorgada al paso de buques de EE.UU. por el canal. Extorsión pura basada en la fuerza bruta.

Groenlandia es una cuestión más delicada, pues Dinamarca, su actual administradora es miembro de la UU.EE. y del OTAN. No hay ningún argumento válido para su invasión aparte de puro expansionismo por los minerales que aparentemente oculta su suelo. Muchos presidentes anteriores de EE.UU. querían comprar la isla a la manera de Alaska. Pero no está en venta y un movimiento bélico confrontaría a EE.UU. con Europa y podría provocar el colapso de las democracias occidentales.

Lo de Gaza es una sorpresa: así parece viendo la reacción de la mayoría del mundo. Pero todo hace sospechar que su plan de “limpiar” la franja de palestinos, sus actuales ocupantes, viene tras ciertos preparativos secretos con uno o varios países árabes y con un tácito acuerdo del actual presidente de Israel, Netanyahu. Trump quiere “comprar” Gaza. No aclara si para él, financiado por su amigo Musk, o para los EE.UU. Tampoco, a quien se lo va a comprar: ¿a Israel o la Autoridad Palestina? Claro que Israel se lo quiere quedar: no sólo por ser su actual superficie sobrepoblado, sino para asegurar su frontera occidental y de paso ampliar su costa adriática. El discurso del presidente americano, para transformarlo en su próximo gran proyecto inmobiliario, deseando una vida feliz al pueblo palestino en Dios – o Allá – sabe dónde, asegura que es la única forma de alcanzar PAZ en la zona… y aunque hubo algunas explicaciones, Rubio enseguida tomó el avión para ver qué parte de la idea del gran jefe puede realizarse. El nudo gordiano sería Jerisalén…

(Ya escribí algo parecido hace más de un año en este medio sobre una solución basada en muchos acuerdos de muchos países y para la cual hay muy poca, si alguna, posibilidad: una nueva Palestina en un nuevo lugar, un nuevo país reconocido por el mundo entero cuya creación debería pagar el mundo entero, con Israel a la cabeza, en busca de paz. Sería quizás la única manera de lograr un equilibrio entre el mundo árabe y cristiano, si es que hay interés e intención; pues hasta dentro de los mismos hay irreconciliables diferencias. Algo que debería negociarse antes que nada con una autoridad representante válido de un futuro Estado Palestino y con por lo menos uno si no varios otros gobiernos. Algo que debería incluir la construcción de un nuevo país, financiado por Israel y que sin duda ni debería tener frontera común con el país hebreo. Algo que asegure un futuro al pueblo que se mudaaría de tierra, cosa dificultada principalmente por razones religiosas y tradicionalistas, que deberían cambiar radicalmente. El destino de la franja sería la administración israelí… )

Quiero terminar estas elucubraciones mencionando el total despecho hacia América Latina, nada nuevo en la política exterior de EE.UU., que empujará a nuestros países acercarse aún más a China y a la UU.EE., y más que a uno a Rusia y a los países islámicos, como Brasil o Colombia. El estilo de Trump, su expresión corporal peyorativa, su discurso lleno de improvisaciones, contradicciones y matonería difícilmente puedan caer bien a nadie y su aparente poder de decisión total asusta a todo el mundo. EE.UU. sigue siendo por el momento la primera economía y su política, decisiva en todos los mercados; Trump está haciendo sonar el alarma y despertando la inquietud de sus históricos socios para que tengan, si aún no tienen, un plan B que los independice del monstruo. Ya hay voces en la UU.EE., reavivando la invitación de Canadá a formar parte de ella; sería un golpe tremendo para Washington. En los pocos días que el multimillonario ocupó el salón oval y sacudido al mundo, el dólar perdió más fuerza que en años: las economías que lo usan para sus operaciones estarán guiñándole el ojo al Euro u otras alternativas. No queda otro que comparar las amenazas de Trump con lo que hace Putin: expansión a toda costa que el zar ruso llegó a realizar en parte, pues hoy es indudable que Ucrania tendrá que sentarse a la mesa de acuerdos y que saldrá de ella perdiendo territorio; aunque quizás ganando un lugar en la UU.EE. y la OTAN. Trump sin duda influirá con la disminución o corte total de la ayuda americana si Zelenski no cede. ¿Salvaría Europa sin los EE.UU. a Ucrania de un final desastroso para, por un lado poner límites a Putin y, por el otro, porque necesita de la producción agrícola y las tierras raras ucranianas, principales motivos del ataque ruso?

Trump mostró abiertamente su mentalidad imperialista: poco parece importar que sus palabras causen conflictos letales, provoquen o extiendan pugnas europeas, asiáticas o de medio Oriente. Sacrificaría hasta vidas americanas estando al mando de nada menos que la fuerza militar más letal del mundo. Es el nuevo Dios y, ya que el presente no pudo, capaz de arreglar el mundo a su manera: finalmente los americanos lo re-eligieron para ello.

Nos pilló sin estar confesados. Y, como tantas veces, una sola persona cambiará de nuevo la historia.

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