El boxeo, alguna vez considerado el “deporte de los puños dorados”, enfrenta una crisis profunda que pone en duda su futuro como disciplina de élite y espectáculo de masas. En la actualidad, el deporte carece de las grandes figuras que solían dominar los titulares y atraer a millones de aficionados a las arenas y televisores. Además, la pérdida de interés por parte del público joven y la fragmentación del mercado de transmisiones han mermado considerablemente su impacto cultural. Además el fan ya no sabe por qué plataforma, televisora, etc., puede acceder a la o las peleas que suceden.
El boxeo vivió épocas gloriosas con figuras como Muhammad Ali, Mike Tyson, Sugar Ray Leonard, y, más recientemente, Floyd Mayweather y Manny Pacquiao. En México, JC Chávez, Finito López, Salvador Sánchez, Ratón Macías, Pipino Cuevas, Chiquita González, Erik “Terrible” Morales, “Bolillos González, Manuel Márquez, entre otros. Estos nombres trascendieron el deporte, convirtiéndose en íconos locales y globales. Sus combates no solo generaban récords de audiencia, sino que eran eventos culturales de relevancia mundial.
Hoy en día, el boxeo carece de una estrella que unifique al público y atraiga a los aficionados casuales. Aunque existen campeones destacados como Canelo Álvarez, Tyson Fury o Terence Crawford, su influencia se ve limitada por diversos factores, incluyendo la falta de rivales icónicos y la percepción de que las peleas de alto nivel se retrasan demasiado debido a intereses comerciales.
Uno de los mayores problemas del boxeo actual es la proliferación de organismos sancionadores y cinturones. En lugar de un campeón claro por división, existen múltiples títulos, lo que confunde a los aficionados y diluye el valor de ser “campeón del mundo”. Esta fragmentación, combinada con la rivalidad entre promotoras y cadenas de televisión, dificulta la organización de peleas relevantes.
Las peleas más esperadas suelen ser postergadas hasta que los boxeadores estén cerca del retiro, como sucedió con Mayweather vs. Pacquiao, que ocurrió años después de su apogeo. Esto desanima a los fanáticos, que buscan acción inmediata y emociones genuinas.
Otro factor clave en la crisis del boxeo es la competencia con otras formas de entretenimiento. Las artes marciales mixtas (MMA), lideradas por la UFC, han capturado la atención de las nuevas generaciones gracias a su formato dinámico, campeones bien definidos y un modelo promocional más accesible.
Para salir de esta crisis, el boxeo necesitaría reformas urgentes según expertos:
- Unificación de Títulos y Divisiones: Reducir el número de organismos sancionadores y campeonatos podría devolver claridad al deporte y revitalizar el interés del público.
- Promoción de Nuevas Estrellas: Es necesario invertir en narrativas que humanicen a los boxeadores y los conviertan en figuras aspiracionales. Sin historias que emocionen, es difícil captar la atención del público.
- Organización de Grandes Peleas en su Momento: Las promotoras deben priorizar la calidad del espectáculo por encima de los beneficios a corto plazo. Las rivalidades bien gestionadas pueden volver a capturar el interés global.
- Atracción del Público Joven: Adaptar el deporte al formato digital, con eventos más accesibles y dinámicos, podría garantizar la llegada de nuevas generaciones de aficionados.
Como podemos ver, esa crisis resalta la creación o proliferación de eventos “nuevos” o “diferentes” que captan la atención masiva del público joven necesitado de nuevos modelos de entretenimiento o contenidos, tales como “La Velada” que ya revisamos en columnas anteriores y el éxito que ha tenido. También el auge de las redes sociales ha creado la exposición de los combates de influencers que para bien o para mal han transformado el boxeo en un espectáculo de entretenimiento más que en un deporte de alto rendimiento. Esto atrae a un público diferente, pero pone en exhibición una vez más la crisis que se está atravesando.
Toda esta crisis ha provocado eventos como el sucedido el pasado 15 de noviembre entre Jake Paul, un youtuber/influencer y empresario convertido en boxeador, y Mike Tyson, la leyenda del boxeo, protagonizaron un evento sin precedentes en el AT&T Stadium de Arlington, Texas, frente a 80,000 espectadores y millones más a través de la plataforma Netflix.
Jake Paul cuenta con más de 63 millones de seguidores en las redes sociales, mientras que Tyson tiene 58 millones. Por un lado, teníamos a uno de los mayores influencers actuales, Jake Paul, quien se sumergió de lleno en una carrera boxística. Por el otro, Mike Tyson, una leyenda de una generación anterior, ampliamente venerada en el mundo del boxeo.
Este combate generó una audiencia récord con 65 millones de transmisiones simultáneas en su punto máximo, marcando un hito como el evento deportivo en vivo más visto en la historia de la plataforma. Por mucho por encima del PPV más visto que fue el sucedido en 2015 entre Mayweather vs Pacquiao con 4.6 millones de suscriptores.
El combate, sancionado oficialmente, constó de ocho asaltos de dos minutos con guantes de 14 onzas, reglas adaptadas para equilibrar la notable diferencia de edad: Paul 27 años y Tyson 58, la mayor brecha en la historia del boxeo “profesional”. Aunque el espectáculo generó críticas por esta disparidad, Jake Paul logró imponerse por decisión unánime con puntuaciones de 80-72 y 79-73 en las tarjetas de los jueces.
La pelea no estuvo exenta de polémicas. En el pesaje previo, Tyson golpeó a Paul tras un incidente en el que este último le pisó los dedos, exacerbando problemas de salud del excampeón. Además, Netflix enfrentó problemas técnicos durante la transmisión, lo que generó quejas por fallas de audio y buffering.
Este evento no solo fue un espectáculo deportivo, sino un fenómeno mediático que reforzó la capacidad de Netflix para innovar en la transmisión de eventos en vivo.
Los boletos tuvieron precios que iban desde opciones accesibles de $60 USD hasta paquetes VIP de $2 millones de dólares. Estos paquetes incluyen noches de hospedaje, traslado privado, seguridad privada, suites de lujo junto al ring con comodidades como barra libre, menú personalizado, acceso a los vestidores, fotografías con los peleadores, guantes autografiados, subir al ring para la foto. Este enfoque busca maximizar los ingresos mediante experiencias de ultra lujo para un público selecto. La venta de entradas para el evento alcanzó los 18 millones de dólares, el doble del récord establecido por el mayor combate de boxeo de la historia.
Por su parte, Netflix ha creado su propio lenguaje y formato, transmitiendo a una comunidad masiva de 283 millones de personas en el mundo.
La pelea se transmitió en vivo (algo poco común en Netflix) y estuvo disponible exclusivamente para sus suscriptores. El mejor modelo, crear una comunidad poderosa en una plataforma propietaria, mientras monetiza el contenido premium. En el período previo a la pelea, estuvieron disponibles episodios documentales titulado Countdown sobre los preparativos, historias y emociones de los luchadores. Fiel al estilo de Netflix, el contenido contó con una narración impecable y una calidad audiovisual de primer nivel. lo que incrementa la expectativa del evento y amplía su alcance mediático.
Otro punto distintivo de la transisión a través de esta plataforma, es que no existieron decenas de spots (comerciales) de muchos patrocinadores. Solo cinco marcas son las que estuvieron presentes a lo largo de la transmisión así como su presencia en ring y encordados. Un nuevo modelo para no ser invasivos con los televidentes y darle limpieza a la transmisión.
Según Netflix, los 65 millones de hogares representaban un total de 108 millones de audiencia global.
Este evento no solo genera ingresos directos por boletos y transmisión, sino que también impulsa la economía local a través de turismo y servicios relacionados, como hoteles y transporte. Es una muestra de cómo el boxeo ha evolucionado hacia un modelo de espectáculo integral.
La industria deportiva mundial tiene mucho que aprender del modelo disruptivo que ha creado Netflix. El impacto en las redes sociales fue enorme, con innumerables jugadores contribuyendo al revuelo digital que rodeó el evento. Sólo los propios canales de Netflix generaron 1.400 millones de interacciones en las plataformas sociales.
En resumen, esta pelea es tanto un enfrentamiento deportivo como un evento comercial cuidadosamente diseñado para generar ganancias masivas y redefinir la promoción de este tipo de boxeo, aprovechando la crisis que hemos venido comentando.
¡Imaginen si, durante la semana de un juego importante, un equipo deportivo publicara episodios e historias detrás de escena para generar entusiasmo y aumentar la audiencia en vivo! Esto no sólo genera un mayor impacto para la transmisión, sino que también genera valor para la marca y el negocio.
Una de las conclusiones clave del enfoque de Netflix hacia los deportes es el enfoque en la narración y cómo el contenido puede aprovechar las redes sociales para amplificar el alcance del evento.
El boxeo mundial se encuentra en un punto de inflexión. La falta de figuras icónicas, la fragmentación del deporte y la competencia con otros formatos han puesto en riesgo su legado. Sin embargo, con reformas estratégicas y una visión clara, el boxeo tiene el potencial de recuperar su lugar como uno de los deportes más apasionantes y globales del mundo. La pregunta es: ¿está dispuesto el boxeo a evolucionar antes de que sea demasiado tarde y dejarle esos lugares a “deportistas amateur” que sin temor alguno ocuparían los lugares que años anteriores tuvieron las máximas estrellas de la historia del boxeo?….Soy Javier Balseca y esto fue: Los dineros del deporte.
Javier Balseca. Lic Marketing con especialidad en Sports Mkt e industria del entretenimiento. Catedrático de sports Mkt Anáhuac y Tec de Monterrey; representante comercial de equipos profesionales de Liga MX, LMB, LMP y columnista en medios y conferencista.