Amenazado por personajes del crimen organizado, increpado por expresidentes de la Federación Mexicana de Futbol y criticado por una afición sin escrúpulos en redes sociales, David Faitelson es uno de los grandes personajes de los medios que a lo largo de una trayectoria de casi cuatro décadas le ha dado un sello único al periodismo deportivo.
Faitelson platicó con mediotiempo para dar inicio a esta segunda temporada de Los Jefes, por lo que se abre y cuenta sobre sus inicios, sus enfrentamientos con el poder y desde luego su separación de José Ramón Fernández para seguir su carrera en Televisa, donde afirma sentirse cómodo.
Aunque la charla con Faitelson se extendió por más de una hora, en este espacio escrito presentamos algunos fragmentos de su historia, incluida la anécdota de las amenazas de un personaje ligado con el narcotráfico, ya que en 1989 fue acusado en San Diego de introducir marihuana.
Los inicios de Faitelson en el periodismo
El periodista de TUDN abrió las puertas de su casa a mediotiempo y comenzó a platicar sobre cómo inició en esta carrera, donde su primer reto fue conseguir una entrevista con un jugador de la Selección Mexicana en tiempos donde los jefes de prensa no existían.
“Mi papá no me dejaba boxear, entonces me dediqué al periodismo deportivo y llegué muy fácil”, recordó y contó cuando Jorge “Che” Ventura le dio la oportunidad de integrarse a La Afición, pero con la condición de conseguir la entrevista con un futbolista del Tri.
“Por fortuna y el destino, que siempre tiene que ver con muchas cosas, por fortuna quedaba un jugador rezagado, una buena persona, siempre lo fue, Javier Hernández, Chícharo papá. Era el último en salir, se estaba tomando unas fotografías, se quedó conmigo y me dijo: ‘sí te la doy y estuvo 20 o 25 minutos conmigo hablando y lo grabé con mi grabadora que mi papá me había comprado un día antes en la calle de Victoria’”.
¿Cómo llegó a la televisión?
“Todo iba muy bien hasta que conocí un sendero de corrupción terrible, infame. No sé si se daba en todos lados, pero en deportes se daba. Prácticamente nos mandaban a extorsionar al personaje, al atleta, para después cobrarle una mensualidad, así funcionaba”.
¿Alguna vez ha sido amenazado por su trabajo?
“Había un personaje, Ángel Gutiérrez, que terminó muerto en Cancún por 80 balazos. Él manejaba la carrera de Chávez, lo promocionaba, y me acuerdo que fui a la calle de López, a la entonces Procuraduría General de la República a pedir información y entré con un comandante y me dijo: ‘nosotros no tenemos nada contra él ni lo estamos siguiendo ni nada’. Era yo muy tonto para entender cómo se manejaban las cosas en este país, pero luego me llamó Chávez al hotel Aristos que está en la Zona Rosa. Me metió a su habitación y me dijo: ‘Deja de hablar de mi promotor porque es un cabrón bien violento’.
“A la semana hubo una conferencia en el Hotel Aristos del Consejo Mundial de Boxeo, estaba yo en el estacionamiento, ya había terminado y se acerca don José Sulaimán, el papá de Mauricio, y me dice: ‘señor Faitelson, yo a usted lo respeto y lo quiero mucho. Ya no se meta en este tipo de situaciones de notas porque es muy peligroso, esta gente es capaz de cualquier cosa’.
“En otra visita que hacemos al hotel, Ángel Gutiérrez abre la puerta, me ve y enseguida Julio se mete entre los dos. ‘Ya, ya, ya’ y Ángel le reclamaba y le decía: ‘Este cabrón me las va a pagar todas’, y Julio le dijo: ‘vete para allá, Ángel’. Lo mandó a una habitación y Julio se metió conmigo a otra y me dijo: ‘Ya deja de pegarle a Ángel, ya deja de publicar ese tipo de notas, no te van a llevar a ningún lado’. Y le digo: ‘Julio, pero es un trabajo periodístico’. Y me dijo: ‘Ya llegará el momento en que no te pueda yo proteger’. Al final del día se platicó con la dirección de Excélsior y no íbamos a continuar con ese tipo de notas”.
¿Cómo ha sido el distanciamiento con José Ramón Fernández?
“Yo, con mucha pena. Para mí, José Ramón siempre será un hombre fundamental en mi vida, en mi trayectoria, lo respeto en ese sentido. Creo que lamentablemente se ha contaminado de personas a su alrededor, personas que no vale la pena ni mencionar que han llegado a decirle cosas y de más, cuando eso no existe. Yo tomé una decisión, sí, porque la vida es de tomar decisiones. Mucha gente dice que lo traicioné, bueno, pues es problema de la gente que lo dice”.
¿Cómo lidia con las críticas en redes sociales?
“Si yo leyera todo lo que se dice en redes sociales, mi vida sería una porquería, una angustia. Entonces yo creo que hay que aprender. Aunque yo ponga que el día está lleno de sol y es muy bonito, hay mucha gente que va a contestar con algún tipo de grosería, con algún tipo de ataque. No lo puedo detener. Al principio me costaba trabajo aceptarlo. A ver, yo estoy haciendo un comentario de futbol, algo tan trivial, lúdico, tan banal como hablar de futbol y digo: ‘el América jugó mal contra el Toluca’. No me contestan como tendrían que contestarme: ‘Mira tú, el América no jugó mal porque utilizó un sistema de cinco y trató de salir por las bandas’, no, en seguida van y escriben ‘eres un pendejo, pinche cerdo de mierda, tu familia. ¿Qué hago contra eso? No puedes hacer nada”.
¿Cómo era cubrir la Federación Mexicana de Futbol?
Faitelson recordó la anécdota de cuando Emilio Maurer fue separado de su cargo como presidente de la Federación Mexicana de Futbol por quitarle los derechos de transmisión de la Selección Mexicana a Televisa y para anunciarlo el encargado de anunciarlo en conferencia fue Marcelino García Paniagua.
“Me levanto en la pequeña sala y le digo ‘Don Marcelino, ¿No le parece que esto es un golpe de estado? ¿Que esto es un arrebato de poder, de intereses? Y usted lo debe conocer bien por su familia’. Hay que recordar que Marcelino García Paniagua era familiar directo del General García Barragán, aquél que formó parte del 68, militar, gente poderosa. Se me queda viendo y dice: ‘siguiente pregunta’.
“Termina la conferencia y dice: ‘en tres semanas habrá votaciones para definir al nuevo presidente de la Federación Mexicana de Futbol, en este momento el contrato con Emilio Maurer queda anulado y se acabó todo’. Yo bajo por el elevador, que era un elevador pequeño, bajo y en la puerta estaba Marcelino y me dice: venga para acá. Me pone contra la pared y me dice: ‘¿Usted tiene algo personal contra mí?’. Le digo: ‘No, no, don Marcelino. ‘Ah, bueno, porque si no, sabe dónde encontrarme’. A partir de ahí vas a aprendiendo”.