Ver para creer. Los misterios del futbol vuelven a demostrar que la lógica en este deporte no existe. Chivas echó a la basura las etiquetas previas, de salir a encarar el Clásico en calidad de víctima, acabó convertido en victimario del América, vino a la casa de las Águilas para quitarles el invicto y acabar con esa paternidad que los azulcrema presumían en los últimos tiempos. El Clásico Nacional fue para el Guadalajara que triunfó 1-2.
Fue un juego que careció de espectacularidad, más bien rozó lo estratégico. Consciente del momento que vive América; Chivas fue más precavido, entendió que debía estar muy atento para que las Águilas no les causarán daño.
Del lado de los azulcrema la sorpresa se dio desde la alineación, Jardine mandó a Maximin en el once inicial, el francés se convertía en la principal atracción del encuentro.
¿Cómo fue el partido?
El primer lapso fue de más a menos; como se esperaba, fue el cuadro de Jardine el que asumió la iniciativa, Maxi fue una amenaza punzante, se robó alaridos de la grada, porque tomó la bola y fue un tractor, imparable al punto de que Chivas tuvo que recurrir a dos o tres jugadores para frenarle.
Puso intensidad el cuadro amarillo, y los rojiblancos apretando los dientes para bajarle las pulsaciones a los americanistas.
Lograron enfriar el ímpetu amarillo los tapatíos, pero a nivel ofensivo el cuadro de Milito no fue capaz de generar ni una sola aproximación al arco de Malagón. El juego era un escenario muy conveniente para Chivas, porque pese a verse sometido en la posesión su arco seguía sin daño alguno.
La batería de los de Coapa fue bajando, ese fue el principal mérito de los tapatíos. Igor y Aguirre fueron los que estuvieron un tanto más cerca del gol, pero al descanso se fueron sin daño.
Jardine fue el primero en cambiar, el brasileño mandó a Brian por Fidalgo, quien salió con un golpe en la rodilla derecha. América puso vértigo por las bandas con Maxi y el Rayo, y Zendejas pasó a ser el eje de creación y distribución. La tónica fue la misma, aunque Chivas pareció dar unos pasos al frente.
Mero espejismo porque el plan rojiblanco se mantuvo de la misma manera, jugaron a un error de las Águilas y fue cuando su plan empezó a cuadrar. Una pelota regalada por la banda le concedió una posesión a los tapatíos, Efraín abrió para Gutiérrez, quien mandó un centro raso, los centrales americanistas llegaron tarde y el Piojo Alvarado la empujó a placer. Golpazo para los miles de americanistas que fueron mayoría.
A las Águilas se les iba el invicto en el partido que menos pensaban, ello obligó a Jardine a quemar naves. Henry y Zúñiga en ataque y Jonathan para tener más manejo. Hoy más que nunca el Guadalajara apelaba a la resistencia. Sí, las Águilas que salieron con un escenario de favoritismo pasaron a uno en el que la heroicidad era rescatar el empate.
Los de Coapa fueron más con ansiedad y desesperación que con futbol, el invicto se les iba en un juego en el que las apuestas estaban todas de su lado, pero no hubo reacción y lo que llegó fue el segundo de Chivas que frustró al americanismo en su totalidad. Una gran conducción y un tiro raso con la zurda de la Hormiga González al 87’ liquidó a las Águilas.
El juego terminó caliente y con la entrada de las bancas a la cancha, lo que no pudo tener de arrebato futbolístico América se convirtió en frustración e impotencia. Aunque Zendejas descontó con un gol de tiro libre. Los mejores momentos del Clásico Nacional llegaron en la recta final. Máxima tensión en ambos equipos. Lo buscó América pero se quedó sin premio, lo resistió y ganó el Guadalajara.
América perdió algo más que su invicto, su orgullo queda maltrecho. Y Chivas gana algo más que el Clásico, su fe y corazón pueden ante cualquier escenario adverso.
Ocho años después el Club Guadalajara volvió a ganar un Clásico Nacional de fase regular. La hegemonía de Jardine ha terminado.
