En el campo anexo del Estadio Municipal de Manresa se juega al futbol de barrio. Ese en el que la arena sustituye el césped. Donde los banquillos lucen oxidados y fríos junto a un viejo marcador que nunca marcó un gol. Ese en el que el barro se mete en las botas y pinta los balones color cobre para perderse en cada pase.
Las farolas alumbran lo justo; suficiente para ver la sombra del diablo, o mejor dicho, la de los Diablos Negros de Barcelona, equipo fundado por Thierry Allianga y que hoy en día juega en la cuarta División Cataluña de Futbol.
“La mayoría de los chicos en este club son inmigrantes. Salen de su país con una ilusión: jugar futbol”, dice el también presidente del club, quien comenzó el proyecto en 2017: “Yo llegué a España pequeño. No tenía ningún sueño. Estudié, trabajé y me puse malo”. Su corazón, más grande de lo normal, le pidió parar.
“Caí en coma. Cuando salí me di cuenta que tenía que hacer algo. Buscamos hacer realidad el sueño de los chicos africanos”, jugar futbol a nivel profesional en los mejores campos europeos, “pero el 90 por ciento de los clubes, incluso en la Cuarta División Catalana, nos decían que no eran finos. Después me di cuenta que no los querían coger porque ellos tienen sus fuerzas básicas”, confiesa.
Fue así como el congoleño creó su propio club. Un lugar donde los inmigrantes africanos pudieran exponer su talento: “Mira, ahora tenemos al peque. Ese niño después de la escuela no tenía a donde ir. Los clubes grandes te cobran. El chico es inmigrante, su papá viene para buscarse la vida, no tiene dinero para pagarle un club ¿dónde va a ir a jugar? Lo recogemos, lo ponemos con nosotros y es un delincuente menos en la calle”.
Thierry se esfuerza en darle a estos jóvenes herramientas para la vida. Ética que les ayude a crecer dentro del campo, ya que “siendo un equipo de extranjeros, cuando pasa algo con el árbitro que no ve una jugada de penalti y no lo pita, siempre los chicos se refieren al racismo entonces yo tengo que meterles en la cabeza que no hay que pensar siempre en el racismo. Tenemos que pensar que este señor trabaja solo y no puede ver todo”, explica, y agrega que “hay otros casos que tú ves que es racismo, pero en estos tiempos es mejor no decirlo e intentar controlarlo. Esa es la educación que le doy a los chicos. No es fácil”, afirma.
Los Diablos están enfocados en clasificar a la Copa Cataluña; el escenario perfecto para ser vistos por los grandes clubes de primera división.
“Necesitamos ganar porque queremos hacer la historia de este club. Hay que hacer las cosas bien”, dice Yannick, hijo mayor de Thierry y goleador del equipo. Llegó a España hace un año invitado por su padre. En el Congo era jugador profesional, pero “llegas aquí y es otra realidad. El futbol de aquí no es como en África, allá tu puedes jugar a nivel profesional más rápido. Aquí no es la misma cosa. Hay más divisiones, el futbol es más complicado. Se necesita trabajo y tener confianza en ti”, señala.
Con 17 años, Yannick admira lo conseguido por Lamine Yamal y Nico Williams, hijos de inmigrantes, hoy referentes de toda España: “No hay palabras. Son dos jugadores increíbles. Tanto España como los clubes para los que juegan necesitan de ellos. Los veo jugar y me alegro mucho. Ellos demuestran que el futbol no es una cosa de edad, sino de talento y trabajo”. Aunque el actual segundo goleador de la Cuarta División Catalana quiere seguir los pasos de su referente, Samuel Eto’o.
“Yo quiero hacer historia como él. Yo sé que no es imposible, lo primero es crecer. He visto en YouTube la historia de Samuel Eto’o y me encanta, voy a hacer las cosas como él, o más, ¿por qué no?”, sentenció.