La historia de Octagón Jr. no es solo la de un luchador que se levanta en el cuadrilátero. Es la de un hombre que, con las manos curtidas por las agujas y los sueños, ha tejido su destino entre el sudor de su familia y los ecos de un deporte que lo eligió antes de que él pudiera elegirlo. En una entrevista a Grupo Multimedios, Octagón Jr. revela los momentos más íntimos y las luces que lo han guiado en el camino.
Portar el nombre de Octagón Jr. no fue una elección sencilla. Fue una responsabilidad inmensa que le llegó como un relámpago cuando La Parka (QEPD), lo apadrinó antes de su fallecimiento. “Fui el último luchador apadrinado por él. Eso no es solo un honor, es un compromiso que pesa sobre mis hombros todos los días. No puedo fallar”, confesó.
Llevar este nombre significa ser un símbolo de esperanza en el deporte. Pero para Octagón Jr., esa responsabilidad es más que un peso; es un faro. “Tomo este nombre con toda la seriedad del mundo. Siempre miro hacia adelante, pero con los pies bien plantados en la tierra. No hay espacio para errores”, aseguró.
Antes de convertirse en luchador profesional, Octagón Jr. vivió una vida marcada por el sacrificio y la humildad. Con las habilidades que sus padres le enseñaron, fabricaba ropa para poder financiar su sueño. “Como todo en la vida, mis primeros pagos fueron pequeños, pero el más grande fue el aplauso del público, el apoyo y ver la sonrisa de los niños al verme luchar. Al inicio lo hice por amor al arte”.
Hoy, su familia sigue siendo parte de su éxito. Sus padres, quienes le enseñaron a coser, ahora fabrican sus vestuarios. “Vendía y fabricaba ropa gracias a lo que me enseñaron mis padres. Con el tiempo, esa habilidad se mezcló con mi personaje. Yo mismo hacía mis equipos y máscaras como Golden Magic. Ahora, gracias a Dios, vivo de la lucha libre. Mis padres, que me enseñaron a coser, son los que ahora fabrican mis vestuarios. Es un negocio redondo que nos llena de felicidad”.
No todo ha sido triunfo en su carrera. Octagón Jr. enfrentó uno de los momentos más aterradores de su vida cuando una grave lesión en el ojo casi lo dejó ciego. “La verdad, nunca. Incluso cuando tuve una lesión muy fuerte en mi ojo, que casi me cuesta perderlo, nunca pensé en rendirme. Me dieron la opción de un trasplante de córnea o seguir un tratamiento al 100%. Opté por el tratamiento”.
Durante ese tiempo, la desesperación amenazó con consumirlo, pero podía más su tenacidad. “No iba a dar marcha atrás después de todo lo que había luchado para llegar aquí. Mi familia me apoyó en cada paso del tratamiento y en mi preparación mental. Sabía que tenía que regresar y retomar mi carrera”.
Octagón Jr. acompañó a Vampiro en su despedida, un privilegio que ha marcado su vida. “El Vampiro me miró a los ojos y me dijo: ‘En ti está el futuro de la lucha libre, de Lucha Libre AAA’. Esas palabras no solo me inspiraron; me obligaron a ser mejor, a dedicarme en cuerpo y alma a este deporte”, compartió. “Todo lo que hago es para mejorar, evolucionar e innovar, porque no puedo fallar a quienes creen en mí”, afirmó con determinación.
La resiliencia define la vida de Octagón Jr. A pesar de las adversidades, jamás pensó en tirar la toalla. Ni las lesiones, ni los bajos pagos, ni el cansancio lograron quebrarlo. Pero más allá de los combates, su legado sigue creciendo, no solo como luchador, sino como hijo, artesano y símbolo de perseverancia.